





Las gracias de la que adora
Esa color de rosa y azucena,
y ese mirar sabroso, dulce, honesto,
y ese hermoso cuello, blanco, enhiesto,
y boca de rubís y perlas llena;
la mano alabastrina, que encadena
al que más contra amor está dispuesto,
y el más libre y tirano presupuesto
destierra de las almas y enajena;
esa rica y hermosa primavera
cuyas flores de gracias y hermosura
ofendellas no puede el tiempo airado
son ocasión que viva yo, y que muera,
y son de mi descanso y mi ventura
principio y fin, y alivio del cuidado.
Francisco de Quevedo





Eva González, miss España 2003

CACHAREL





(Fotos B. Ferrero)


(Fotos P. Paisal)


Para que una mujer sea hermosa y perfecta debe reunir treinta bellezas. Tres cosas blancas: el cutis, los dientes y las manos; tres negras: los ojos, las pestañas y las cejas; tres rosadas: los labios, las mejillas y las uñas; tres largas: el cuerpo, los cabellos y las manos; tres cortas: los dientes, las orejas y los pies; tres anchas: el pecho, el entrefrente y la entreceja; tres estrechas: la boca, la cintura y la canilla; tres gruesas: el brazo, el muslo y la pantorrilla; tres delgadas: los dedos, los cabellos y los labios; tres pequeñas: los pezones, la nariz y la cabeza. (Brantôme)



























Acabado un desfile de Raffaella Curiel en el Grand Hôtel de Roma, para intentar justificar el excesivo número de transparencias de los vestidos, la magnífica diseñadora se me acercó y me dijo "les femmes sont folles" No podría estar más de acuerdo. La compañía habitual de las mujeres es tan peligrosa como el uso desmedido del vino: mata moralmente (C.B. Bonnin).
Decía Oscar Wilde que la moda es algo tan absolutamento horrendo que es necesario cambiarlo cada estación. ¡Pero nos gusta tanto! y además podemos cambiarlo. A los políticos hay que esperar cuatro años para que quizá los cambien.
INTERLUDIO POÉTICO
Cuál sea mejor, amar o aborrecer
Al que ingrato me deja, busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata;
maltrato a quien mi amor busca constante.
Al que trato de amor, hallo diamante
y soy diamante al que de amor me trata;
triunfante quiero ver al que me mata
y mato a quien me quiere ver triunfante.
Si a éste pago, padece mi deseo;
si ruego a aquél, mi pundonor enojo:
de entrambos modos infeliz me veo.
Pero yo por mejor partido escojo
de quien no quiero, ser violento empleo,
que de quien no me quiere, vil despojo.
Sor Juana Inés de la Cruz
Riesgo de celebrar la hermosura de las tontas
Sol os llamó mi lengua pecadora,
y desmintióme a boca llena el cielo;
luz os dije que dábades al suelo,
y opúsose un candil, que alumbra y llora.
Tan creído tuvisteis ser aurora
que amanecer quisisteis con desvelo;
en vos llamé rubí lo que mi abuelo
llamara labio y jeta comedora.
Codicia os puse de vender los dientes
diciendo que eran perlas; por ser bellos
llamé los rizos minas de oro ardientes;
pero si fueran oro los cabellos,
calvo su casco fuera, y diligentes
mis dedos os pelaran por vendellos.
Francisco de Quevedo
Cuentas de Eliodora, saltatriz
-Siete duros al mes de peluquero;
para calzarme, nueve; las criadas
-que necesito dos- no están pagadas
si no les doy cien reales en dinero.
Diez duros al bribón de mi casero;
telas, plumas, caireles, arracadas,
blondas, medias, hechuras y puntadas
de madama Burlet y del platero...
noventa duros, poco más. -Noventa,
diez, siete, nueve, cinco... ¡Y la comida!
-¿No la quiere pagar, y somos cuatro?
-¿Y esto en un mes? -Si a usted no le contenta...
-Sí, calla. Bien. ¡Hermosa de mi vida!...
¡Ay del que tiene amor en el teatro!
Leandro Fernández de Moratín