
Le plaisir de vivre
Los años más felices de mi vida. Quizás los únicos.
Cuando no había nada más que hacer que ser feliz
Las referencias de la ciudad moderna las había sacado de la "Roma" de Fellini y las de la Roma sacra de "Les clefs de Saint Pierre" de Monterlant y la película "El Cardenal". Por desgracia me tocó vivir en otra época. Como dijo Spinosa, Pío XII había sido el último Papa. Con Pacelli había muerto una manera de ser Papa. Pero quedaban rescoldos y yo los aproveché al máximo.

El mito para mi era la princesa Donna Elvina Pallavicini. Nacida Medici del Vascello. No pertenecía por tanto a la "aristocrazia nera". Sin embargo reflejó mejor que nadie sus valores. La primera vez que la vi siendo aún muy pequeño fue en la portada del periódico "El Correo catalán". Viuda porque al poco de casarse falleció su marido piloto. Nació una hija, Camilla, pero al poco tiempo la princesa quedó paralítica a causa de una caída de caballo. A partir de aquel momento tuvo que pasar su muy larga vida en silla de ruedas.
Roma es ciertamente la "caput mundi". El imperio universal romano que civilizó, dio el latín, las instituciones jurídicas y la unidad como modelo de organización política, fue sucedido por el poder espiritual que evangelizó todo el orbe y mantuvo las creaciones de las culturas griegas y romanas, Esa es la "Roma immortale dei Papi e dei santi" que cantaba Gounod. La vida cultural de Roma no tiene parangón con ninguna otra ciudad del mundo.
VENERABILE CAPPELLA GIULIA DELLA SACROSANTA BASILICA DI SAN PIETRO
Fui enormente feliz por participar del canto sagrado en la basílica de San Pedro, bajo la dirección de un hombre excepcionalmente preparado en todos los ámbitos del arte de Euterpe, Monseñor Pablo Colino, canónigo del Vaticano Era el maestro de la Capppella Giulia y gracias a él se conservó la dignidad del culto en la basílica manteniendo el latín y el gregoriano, obteniendo al mismo tiempo una enorme participación popular. Todos los domingo por la tarde intervenía con el coro en el canto de las vísperas y luego me quedaba para ministrar la misa de monseñor Alvim Custodio Pereira. Pero una vez no pude. Fue un 2 de noviembre, festividad de Todos los santos. Cantamos hasta el final el Responsorio de Perosi, pero a la manera coliniana, con carácter. Lo acabé como pude. Luego me puse a lllorar y no pude seguir con mi deber. El organista, P. Emidio Papinutti, carmelita. Después, Jimmy, ex-secretario del cardenal Alfredo Ottaviani.
Uno de los mejores conocedores de la vida social romana es sin duda Mario Catalano Farina.







Uno de los momentos más divertidos de mi estancia en Roma fue trabajar en las relaciones públicas del mundial de fútbol Italia 90 con el príncipe Corrado Valguarnera di Niscemi. Uno de los actos fue una cena en el "Villaggio VIP" en honor de S.A.R. la Duquesa deSegovia, esponsorizado por Rosa-Maria Dragotto, de la Budget rent-a-car.







Fotos papales maravillosas





Falta la foto de la tiara


El momento más triste de mi vida en Roma fue cuando nos llegó la noticia del fallecimiento de S.A.R. el Duque de Cádiz. Con mi amigo Rodolfo, organizamos los solemnes funerales en la Basílica de los XII apóstoles, título del cardenal Agostino Casaroli, Secretario de Estado, con los cortinajes negros, la misa latina de requiem cantada por monseñor Pablo Colino. La ceremonia fue presidida desde trono por S.A.R. la Infanta Beatriz, princesa Civitella-Cesi, a la que acompañé como capellán. Asistió el embajador español ante la Santa Sede, los marqueses Afán de Rivero y toda la aristocracia romana. La Duquesa de Segovia no pudo asistir por encontrarse en los funerales de Madrid. A su vuelta nos escribió una bellísima carta de agradecimiento. Las ceremonias fueron tan bonitas que la princesa Elvina Pallavicini llegó a decirme que si todas las misas fuesen así no habría problemas con la liturgia.
El Teatro de la Opera di Roma era magnífico. Allí escuché el mejor Werther por Alfredo Kraus o una Viuda alegre excepcional. Es verdad que adoro la vida social. Especialmente, la romana. Pero también lo es que en todas partes cuecen habas y a veces se encuentra uno en situaciones comprometidas. En una ocasión una gentil patricia romana, cuyo nombre no revelaré, conocida por sus conquistas, quiso hacerme sentir incómodo y me espetó: "falta un eclesiástico en mi lista" a lo que raudamente respondí "en la mía sobran mignotte (putas)". La respuesta fue efectiva. ¡Hay que reconocer que la muchacha estaba de buen ver!

"Buscas en Roma a Roma ¡oh peregrino!
y en Roma misma a Roma no la hallas:
cadáver son las que ostentó murallas
y tumba de sí proprio el Aventino.
Yace donde reinaba el Palatino
y limadas del tiempo, las medallas
más se muestran destrozo a las batallas
de las edades que Blasón Latino.
Sólo el Tibre quedó, cuya corriente,
si ciudad la regó, ya sepultura
la llora con funesto son doliente.
¡Oh Roma en tu grandeza, en tu hermosura,
huyó lo que era firme y solamente
lo fugitivo permanece y dura!"
(Francisco de Quevedo)
Roma
¡Y nada respetó la edad avara...
Ni regio pueblo ni sagradas leyes!
En paz yacieron extranjeras greyes
Do la voz del tributo resonara.
No hay del triunfador por gloria rara
Siguen al carro domeñados reyes,
Ni de Clitumno los hermosos bueyes
En la pompa triunfal marchan al ara.
Como nubes, cual sombras, como naves
Pasaron ley, ejércitos, grandeza...
Sólo una cruz se alzó sobre tal ruina.
Dime tú, oh Cruz que sus destinos sabes:
¿Será de Roma la futura alteza
Humana gloria o majestad divina?
(Menéndez Pelayo, Marcelino)