17 octubre 1997

In memoriam Madre Teresa de Calcuta

Pocos días después de la triste noticia del fallecimiento de Diana Spencer, el mundo perdió otro de esos personajes que llenan páginas y más páginas en periódicos y revistas y de los que todos hablan y a cuyos movimientos todos están atentos. Da la casualidad de que Madre Teresa tuvo aún tiempo, antes de fallecer, de hacer un elogio de Diana. Ambas personalidades se conocían. Sin embargo las dos muertes fueron muy distintas: la de la religiosa en edad ya avanzada, gravemente enferma, sirviendo a los más necesitados, en pobreza y esperando la muerte. La de la princesa de Gales segó su bella juventud, maravillosamente sana, en una noche de diversión con su amado, con fortuna y por sorpresa.

Los funerales de ambas tuvieron obviamente lugar a pocos días de distancia. Las celebraciones crearon amplias expectaciones y fueron seguidas por millones de personas en todo el mundo. Las exequias de la princesa fueron muy controvertidas ya que, después del divorcio, la monarquía británica no quería tributarle honores principescos. Los funerales fueron semioficiales. La religiosa fue enterrada con un funeral de estado, sin que tuviera estricto derecho a ello, pero sus largos años de dedicación a los más miserables en la India hicieron que el gobierno la tratase como a los padres fundadores del país, sin que apenas hubiese protestas de los dirigentes de las confesiones mayoritarias, que se sumaron al acto, reconociendo cuanto debe la India a la madre Teresa. A los funerales asistieron doña Sofía, Fabiola de Bélgica, Noor de Jordania, el presidente italiano Scalfaro y otras muchas autoridades. Ambos tuvieron, sin embargo un punto de coincidencia: la gente sencilla no pudo asistir a los funerales, debido a la enorme afluencia de asistentes. En el caso de Diana la gente hubiese asistido por curiosidad, pero lo que resultó lamentable es que los pobres y miserables a los que madre Teresa dedicó su vida no pudiesen honrarla. Seguro que a ella le hubiese gustado que al menos en su funeral hubiesen tenido un lugar.

La personalidad de madre Teresa

No deja de ser paradójico que un mundo que tiene como valores máximos la riqueza, el poder, la belleza, la juventud,... se incline también ante madre Teresa, que era pobre y anciana. La religiosa era una conciencia crítica de nuestra sociedad y quizá muchos pensamos que admirándola cumplimos ya un poco con nuestro deber, ya que no nos atrevemos a hacer lo que ella hacía. Era intrépida, trabajadora, humilde, abnegada y llena de confianza en la Providencia. Tenía una fuerte personalidad capaz de no dejar indiferente a nadie que la conociese.

Madre Teresa ha sido un símbolo mediático de lo que la Iglesia quiere. A menudo muchos indiferentes a la religión exigen lo imposible: que todos los creyentes sean como madre Teresa. Ni todos tienen coraje para hacerlo, ni puede la Iglesia dedicar todos sus miembros a eso: también tiene que dedicarse a la administración de los sacramentos, a la oración, a la organización interna, a la educación, a la cultura y ciencia, a estructurar cristianemente la sociedad, ... La heroica actividad de madre Teresa fue conocidad y admirada por todos a través de los medios de comunicación. Sin embargo, también podemos considerar a la religiosa como un símbolo de tantos cientos de religiosos que en los cinco continentes se dedican a los más necesitados. No sé si la jerarquía de la Iglesia, que se muestra bastante incapaz para la comunicación, sabrá encontrar a alguien con la personalidad y la entrega de madre Teresa que sepa dar una imagen tan positiva de lo que es la Iglesia.

Su carisma era tan extraordinario que, a pesar de la enorme crisis de fe y de valores religiosos que se padece, consiguió que su congregación sea una de las que cuenta con más vocaciones aun tratándose de una vida tan sacrificada.

Los famosos y madre Teresa

Tanta era la simpatía que despertaba madre Teresa que en muchas ocasiones fue "utilizada" por los famosos. Sería de mal gusto dar aquí una lista de los personajes populares que visitaron a madre Teresa acompañados de "paparazzi" no tanto atraídos por la obra de la religiosa cuanto interesados por "lavar su imagen". Sin embargo madre Teresa nunca despreció ni echó a nadie. Sentía que aunque los motivos que inducían a ciertos personajes a visitarla no fuesen totalmente rectos, podría hacerles bien el conocer aun fugazmente la miseria y dejar impreso para siempre en ellos el testimonio de una vida de servicio. Y es que madre Teresa no despreció nunca a nadie. Tampoco a los ricos.
A diferencia de muchos teólogos llamados "progresistas" que sentados cómodamente en despachos de universidad cambiaban la doctrina de Jesucristo para hacerla más cómoda para los burgueses, con el pretexto de defender a los pobres o a diferencia de tantos otros religiosos que trabajan pobremente desde el tercer mundo, pero seducidos por doctrinas políticas anticristianas habiendo dejado de creer en la Verdad del Evangelio que predica la Iglesia, madre Teresa fue siempre fiel a lo que la Iglesia enseña. Aceptó la doctrina social que la Iglesia propone y luchó no por cambiar las estructuras sociopolíticas - lo cual es justo- sino por aliviar el sufrimiento de los más desvalidos de un modo eficaz. Esto no significa que no quisiese que la sociedad cambiase, pero esto lo dejaba a otros. Quería la justicia, pero ella eligió ccuparse de la caridad. Luchó también denodadamente por la vida de los más débiles, los niños en el seno materno, oponiéndose a la crueldad del aborto.

Madre Teresa fue una verdadera feminista. No porque hiciese proclamas en favor de liberaciones, sino porque demostró que no necesitaba a ningún hombre para realizar su actividad. Creó una obra gigantesca y eficaz e incluso obtuvo el premio Nobel de la paz. Fue un claro testimonio de que la mujer puede llegar más allá de donde llegan los varones, manteniendo su feminidad y sin su ayuda. Mostró también a muchos religiosos que no es necesario abandonar el hábito religioso para acercarse a los demás, sino que al vestirlo se puede dar aún un mayor testimonio.

Cuentan que una vez un famoso norteamericano le dijo, después de ver su labor, que él no lo haría ni por todo el oro del mundo. Madre Teresa le respondió con simplicidad "yo tampoco" y es que ella no lo hacía por nada de este mundo, ni por lo más valioso. Bueno, sí: lo hacía por lo más valioso, Dios. Cuatro horas diarias de oración le daban fuerzas para enfrentarse a la miseria, la muerte y la desesperación sin desaliento y manteniendo una inquebrantable fe en Dios. Personalmente lo que más me emocionó siempre de madre Teresa fue su enorme fuerza y su sonrisa. Sus imágenes llegando a un centro en el que había niños tristes y menesterosos cogiéndolos como una abuelita en sus brazos, sonriendo y jugando con ellos quedarán siempre grabadas en mi memoria.

La madre Teresa, con su pobre sayal, ha sido una lección para todos nosotros. Ahora rezaremos por su alma, aunque muy pronto podremos encomendarnos a ella. Descanse en paz.

(Revista ¡Qué me dices!)

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